lunes, 30 de junio de 2014

Siempre hay algo que celebrar con Juvé & Camps


Los vinos y espumosos de Juvé & Camps son los más mimados por varias generaciones. El amor por el trabajo y la gran calidad humana de la familia Juvé está presente en las uvas de las que salen lágrimas con sabor frutal. Son vinos en los que se puede saborear la tranquilidad, paciencia y naturalidad con la que ha fermentado el fruto de las vides plantadas con cariño por esta familia en cualquiera de sus parcelas. Esas viñas a las que cuidan como hijos nacidos de su esfuerzo desde hace siglos, que terminan convirtiéndose en millones de botellas que reposan en las bodegas de la familia Juvé, esperando unas manos cuidadosas que las muevan hasta encontrar su punto álgido para ser consumidas. Esto ha hecho que Juvé & Camps se haya convertido en una marca líder en el mercado nacional.


La categoría de los cavas y vinos Juvé & Camps, no podía permanecer limitada a nuestras fronteras y paladares. Por ello, el privilegio de poder degustar los prestigiosos productos elaborados en esta bodega se está extendiendo a gran parte del mundo consiguiendo penetrar en mercados tan importantes como los de EE.UU, Japón, la zona del sudeste asiático, América del Sur o los países nórdicos y centroeuropeos.


Aunque lo más destacado de Juvé & Camps son sus cavas por su veteranía, la bodega está potenciando su línea de vinos que tienen presencia en los restaurantes de prestigio o licorerías. Son vinos que tienen un maridaje perfecto con la dieta mediterránea. Comenzaron su andadura a partir del blanco Ermita

martes, 24 de junio de 2014

SIDERIT, la London Dry Gin de Cantabria


Yo apenas tenía nueve años cuando fuimos de vacaciones a Santander por primera vez. Me encantaba ese hormigueo que sentía cada mes de agosto al levantarme de madrugada y partir de vacaciones en plena noche hacia el mar. Hacia las cuatro de la madrugada nos subíamos al SEAT 850 especial color amarillo verdoso, en aquella época en la que se viajaba sin cinturón de seguridad, con manta de viaje y un montón de bultos atados con los pulpos elásticos en la baca del coche. Me gustaba viajar de noche porque no me mareaba y me sentía importante al ser la única de la familia, junto a mi padre, que permanecía despierta durante las largas horas de viaje. En el trayecto parábamos en Burgos para visitar la catedral. Después alcanzábamos el Puerto del Escudo donde el serpenteo del asfalto me provocaba el consiguiente mareo. Poco después llegábamos a nuestra meta. Era una casona convertida en pensión donde pasaríamos las siguientes dos semanas disfrutando de los pastos cántabros y la sal del mar. Los caracoles, el rompeolas de El Bolao en Cóbreces, las visitas a Comillas, las vacas en los campos y los Picos de Europa. Uno de los mejores recuerdos de mi infancia y un lugar de enorme valor ecológico que da cobijo a una fauna y flora excepcionales. Esto lo han sabido ver los jóvenes ingenieros, David Martínez y Rubén Leivas, creadores de Destilerías Siderit. 

Ellos han encontrado en la riqueza de los Picos de Europa la inspiración para elaborar una ginebra nacional de categoría, en la que la esencia vegetal de estos parajes cántabros penetra sin pedir permiso en nuestros sentidos y los envuelve en un aroma floral y un sabor único. Hablamos de la ginebra SIDERIT.

lunes, 23 de junio de 2014

Parar el tiempo en Casa Lucio


Bien podría decirse, como apunta Joaquín Sabina en uno de sus temas, que llegó con su espada de madera a comerse la ciudad por la edad a la que pisó la capital, 12 años. Pero no. Lucio, quien ha convertido la simplicidad de unos huevos rotos en la insignia de la buena cocina tradicional, lejos de querer formar parte de este entramado de piedra y gente que es Madrid, sólo pensaba en volver a su pueblo en Ávila cuando llegó obligado por su padre. Sin embargo, la vida le hizo volver por más que quiso escaparse de su destino. Y no llegó para comerse la ciudad, fue la ciudad la que le envolvió a él para no querer salir. 
Algo parecido le pasó a Sabina. Pisó Madrid, y desde entonces el olor y el color del coloso de asfalto y piedra con esa mezcla de gente venida de todas partes, le atrapó. Tanto es así, que ha llegado a cambiar la letra de una de sus canciones más emblemáticas, Pongamos que hablo de Madrid, para afirmar que desea quedarse en este trozo de tierra que sin estar al lado del mar sabe a sal, que endulza las tardes como la caña de azúcar y que tiene un toque de pimienta que te hace adicto a ella. Así es Madrid….