domingo, 31 de agosto de 2014

BODEGAS TÁRSILA: Historia en el vino


Un día antes de que se cumpliera el 518 aniversario del casamiento de Juana de Castilla, "La Loca", con Felipe de Habsburgo, “El Hermoso”, me encamino hacia la finca “Fuentes del Duero”, ubicada en tierra vallisoletana. Por el camino veo pasar pueblos que recogen en sus nombres, palacios, santos y reyes.

Tras un par de horas de camino en coche obtengo mi recompensa. Pisar unos terrenos con trazos de historia. Los mismos terrenos que, según cuenta la leyenda, recorrieron los reales pies de quien despojara de seso a la heredera de la corona de Castilla. En esta tierra rica, bañada por las aguas del Duero y un sol limpio, crecen las viñas de Bodegas Társila, envueltas en aromas de jara y tomillo.

Al llegar a la finca me recibe con la cara sonriente y generosa de quien quiere mostrar con orgullo el fruto de su trabajo, Ricardo Rodilla, Gerente de Bodegas Társila. 



Sobre una preciosa cava restaurada con esmero, se alza una casona de principios del siglo XIX que deja asomar con elegancia la piedra originaria de su muro. Mientras la observo, veo en uno de los balcones a una mujer menuda y de pelo argentado sujeta a una barandilla de forja. Es Társila, la matriarca que da nombre a la bodega.



Pasamos dentro para disfrutar de un edificio que acoge, con elegancia y buen gusto, piezas tan rudimentarias como una despalilladora manual o la prensa originaria de la bodega que aún cuenta con el gran tronco de un enorme olmo que la hacía funcionar. Un espacio exquisito preparado para degustar los grandes vinos que se elaboran en la finca en cualquier evento que se quiera imaginar. 


                                              
De aquellos primeros vinos a granel que en siglos pasados se elaboraban en estas tierras, como en 1473 de Don Pedro Villandrando, Conde de Ribadeo, con el que pagaba a la Iglesia, se ha pasado a unos vinos elegantes, con cuerpo y categoría. Son vinos elaborados aprovechando la tecnología que nos aporta el siglo XXI, pero con una carga muy importante de tradición, mimo y esmero. 



Eso se nota en la mirada de Ricardo al pasear entre las 30 hectáreas de viñedo que contiene la finca en la que podemos encontrar diferentes tipos de uva. La mayoritaria, Tempranillo, aunque hay algo de Merlot y Cabernet Sauvignon, pero la que poco a poco se va a haciendo con un hueco mayor es la variedad Petit Verdot, con la que se están elaborando los nuevos crianzas con muy buenos resultados. La misma con la que Bodegas Társila hace un rosado, que se convierte en boca en un trago delicioso.





Los actuales Crianza y Reserva se elaboran con Tempranillo 100%. El primero, picota oscuro de capa alta, recuerda aromas especiados, de sotobosque, vainilla, cacao y un toque mineral que deja en boca una persistencia en la que se denota el equilibrio entre la buena acidez y unos taninos sedosos. El Reserva nos aporta también una buena intensidad aromática de fruta negra, tostados, tabaco y fondo balsámico y mineral. Un vino potente con taninos firmes y buena acidez. Ahora Bodegas Társila también cuenta con un blanco de calidad, elaborado con Sauvignon Blanc, Verdejo y Gewürztraminer.


Los vinos de crianza de Bodegas Társila pasan en su elaboración, antes de su estancia en madera de roble francés, por unos depósitos de acero inoxidable de tamaño mediano, para facilitar un remontado que dará homogeneidad a estos caldos.

Estos depósitos están instalados en una nave que data del siglo XVI con amplios muros encalados. Muros gruesos, como se hacían antes, para que no se escape la esencia de este buen vino que fermenta sobre el suelo que pisaba Felipe El Hermoso, cuando realizaba partidas de caza por tierras castellanas y paraba a beber agua en un pozo de esta finca. Una finca con historia, ya que en las 900 hectáreas de extensión, podemos encontrar también una pequeña capilla y parte de una fortaleza del siglo XII que han sido restauradas. 



El río Duero que tantas batallas ha visto en sus riberas, es el que riega esta tierra donde crecen las uvas que se transforman en un regalo al paladar en forma de vino. En Bodegas Társila hay vida, ilusión, trabajo y tesón, pero sobre todo, historia. Una historia que se ha convertido en el pilar que sostiene un producto bien cuidado, trabajado y mimado al milímetro, para ofrecernos vinos elegantes y de calidad. 

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